28 de enero de 2011

Vamos a morir de éxito

El mundo moderno en el que vivimos en el occidente civilizado es una moneda de dos caras. Solo queremos ver y admitir la cara buena de la misma, olvidando la cara de detrás y sus repercusiones. Por eso vamos a morir de éxito. Tenemos tantas cosas buenas, conseguimos tantos triunfos que hemos perdido la memoria colectiva del esfuerzo y la dedicación. Vivimos muy bien, queremos vivir mejor, pretendemos vivir mejor y todo lo que hacemos se encamina hacia eso. Tener una buena casa, luego otra para el veraneo, varios coches, todo tipo de adelantos tecnológicos. Que nuestros hijos tengan las cosas que no pudimos tener nosotros. Tener una jubilación dorada. Es una carrera hacia adelante en la que hemos perdido la costumbre no solo de mirar hacia detrás, también a los lados. Vivimos tan bien que damos por supuesto, de manera acrítica e irreflexiva, que es lo que hay porque lo merecemos por nuestra cara bonita. Si ocurre algo, que 'Papá Estado' y sus subvenciones venga a limpiarnos los mocos y que subvencione todo lo que haga falta. Es la promesa del 'Estado de Bienestar'. Solo queremos bienestar, solo se piensa en bien-estar cada vez mejor. Entregamos a los Gobiernos y los partidos políticos una serie de procesos mentales y vitales para que ellos hagan lo que les parece. Nos hemos convertido en auténticos tullidos mentales y civiles. Ojo, además llegará un momento en el que el 'Estado de bienestar' no podrá mantener la promesa de éxito y prosperidad para todo el mundo.
¿Qué ocurre además? Vivimos tan bien, que nos esforzamos para querer más y más, ocupar todo nuestro tiempo en ganar dinero para poder conseguir los caramelos que nos ofrece el 'Estado de Bienestar'. Y el poco tiempo libre que nos queda dedicarlo a nosotros mismo, que también tenemos derecho, ¡sí señor! Por eso en esta sociedad occidental civilizada tener hijos es un coñazo, ya que coarta mi libertad en mi tiempo libre. Ser cuatro en casa para repartir sueldo es peor que ser tres, así sucesivamente. La demografía no engaña, y es difícil de manipular ideológicamente. Preferimos el segundo coche, el apartamento en la playa o el viaje al Caribe antes que tener niños. Esto no es un argumento ni moral ni religioso, que los teólogos se las apañen. Yo no los estoy defendiendo. Es una cuestión de aritmética, primero; y luego de apechugar con lo que hay. Hay que hacerse responsables de las decisiones que tomamos como adultos. Dejar de ser ingenuos y inválidos mentales. Si hemos decido vivir en el éxito de la vida cómoda después habrá que apechugar, y joderse, con lo que nos toca. Y aunque le echemos la culpa a los políticos, que la tienen pero no toda, tendremos que enfrentarnos a nuestros propios fantasmas y soportar lo estúpidos que nos volvimos al vivir en el éxito de la comodidad y el bienestar.
Es curioso, pero en casi cada casa del Tercer Mundo, no hay para comer, pero sí hay una antena parabólica donde ponen la CNN y donde salimos los del primer mundo viviendo en nuestro Bienestar. Luego, aquí nos quejamos de que si los inmigrantes tienen niños como conejos. Nos ponemos todos  de los nervios porque terminarán siendo más que nosotros. Les echamos la culpa a ellos que tienen claro que para sobrevivir no hay que vivir cómodo sino tener más niños que nadie. Nos quedamos tan campantes con nuestro bienestar tecnológico y financiero, nuestra invalidez reflexiva y civil y nuestra xenofobia simplista. ¡Vamos al Mediamarkt, que no soy tonto, y venden un smartphone tirao de precio!
Pero resulta que si la esperanza de vida se ha disparado y ya llegamos a viejos de 90 años. Una mayoría de viejo de 90 años con una salud muy mala, que genera una cantidad enorme de gasto sanitario público del que nadie se responsabiliza. Con una tasa de natalidad paupérrima. Con un aumento exterior de la población que pide lo mismo que el que lleva aquí desde siempre. Con una tasa de paro de tres pares de cojones. Con cada vez menos personas cotizando y pagando impuestos. Con cada vez más subvenciones a cualquiera que lo pida. Con cada vez más remilgos a realizar según qué tipo de trabajos. Resulta que este es ahora el 'Estado del Bienestar', el de estar-bien acojonados. Porque al paso que vamos dentro de 30 años nos encontraremos con más de 20 millones de potenciales pensionistas y poco más 10 millones de tíos trabajando para ellos, su bienestar y para la pensiones. ¿De dónde saldrá la pasta?
Y los políticos a los que hemos entregado nuestras almas y nuestra inteligencia civil, unos tipos que viven como auténticos maharajás, que nunca tendrán problemas económicos, que viven en barrios de lujo donde ni hay miseria ni hay inmigrantes, y mandan a sus niños a estudiar fuera para luego enchufarlos y puedan perpetuar su propia casta; estos tíos lo único que se les ocurre, de las miles de posibilidades que hay, es el de alargar el tiempo de trabajo, el de cotización y bajar luego las pensiones. Cuando lo primero tendría que ser crear empleo y dar trabajo a cuanta más gente mejor. Ya vendrán mejores tiempos para reajustarse y volver a las comodidades. ¡Con dos cojones! ¿Porque razón para gobernar lo único que hace falta es tener el carnet de un partido? ¿Porqué no nos gobiernas los más preparados, los más inteligentes, los más sensatos, los que mejor puedan hacerlo dependiendo el momento en que vaya el mundo? 
El 'Estado de Bienestar' nos tiene tan dormidos y sedados y tan complacidos con nosotros mismos que nos va a terminar por matar de éxito. El sacrificio, el pundonor, el esfuerzo, el pensamiento autónomo y crítico están denostados y rebajados a la categoría de extremismo religiosos y/o político. Luego le echaremos la culpa a otros. ¡Nosotros somos tan buenos y civilizados!