4 de octubre de 2012

Reflexiones patibularias 32

XXXII

Hay que hacerse cargo de las consecuencias imperfectas de las propias decisiones y comprender las contradicciones intrínsecas a las mismas. Ergo, no hay moneda de dos caras.
Mucha gente protesta, se indigna, con mucha razón, sobre 'lo político' y su casta, la corrupción, la ineficacia, de espaldas a la ciudadanía, su mal funcionamiento ente otras cuestiones. Sale a la calle o lo expone gráficamente en las redes sociales. En eso no tengo intención de entrar. Sí entraré en otra consideración. De algún modo, entiendo, que este movimiento en el que esa parte de la ciudadanía se ha embarcado, es la petición de una mayoría de edad política auténtica y verdadera, de ahí esa formulación de democracia real, directa, no representativa, etc. Vale, muy bien, de acuerdo; hay que romper muchos siglos de tradición para tal cosa, pero independientemente de eso y sin entrar en  hondas cuestiones 'metodológicas', si se pide la mayoría de edad para una cosa hay que aceptar, velis novis, otras cuestiones de la adultez que van relacionadas necesariamente. Si quieres eliminar el Estado Representativo, con él se irán al traste otras cuestiones importantes que van ligadas a este. Negar esto,es una pataleta propia de gentes que se niegan a aceptar los mecanismos y estructuras que se dan en la Historia ¿Serán capaces de asumirlo? O lo mismo es que queremos eliminar lo que no gusta y quedarnos con lo que sí gusta, ¿esa es la adultez política que se quiere a gritos?
Si nos vamos de casa de papá y mamá nos vamos para siempre, asumiendo el riesgo, aceptando el órdago y pa´lante. Así se llega lejos. Si dejamos este modelo además hay que dejar atrás al Estado socialpaternalista y subvencionador, ese que cuida de nosotros, que lo pone todo por delante y limpia nuestras cositas sucias. Es la cruz de la cara, no existe uno sin otro. No es una parte buena y salvífica que tiene que desprenderse de la maléfica sombra. Esto no funciona así. El pack va completo. Si buscan la supresión de un modelo de Estado, han de asumir todas y cada una de las consecuencias, como los adultos que quieren ser. A menos que esto no sea más que un truculento jueguecito irresponsable de algún niño díscolo con ganas de incendiar la casa porque quiere que papá le haga más caso. Espero que no sea el caso.