21 de febrero de 2009

¡Y ahora qué...!

Es esta paupérima y asquerosa política, con forma de aberrante partida de ajedrez, en la que vivimos, hay una máxima que no para de cumplirse, y que ninguno de los contendientes es capaz de aprender, cegados como están por los atávicos odios que los mueven: si le pegas una puñalada al otro, antes o después el que te la pegó te la pegará a ti.
Hace unos años hubo un estruendoso clamor en la ciudadanía contra el gobierno y su decisión de mandar tropas a Irak, e involucrar a España en una guerra injusta e ilegal. El ahora partido del gobierno, antes en la oposición, utilizó aquel acto de dignidad social en su beneficio, lo que le dio importantes réditos electorales.
Ahora, de nuevo, asistimos a un gran clamor social para el endurecimiento de las penas por delitos graves, a raíz de lo sucedido en Sevilla. Y nada me hace dudar de que el partido en la oposición, otrora en el gobierno, lo utilizará contra el partido del gobierno.
Alguien dirá que no son cosas iguales, o que entonces fueron manifestaciones multitudinarias y ahora no tanto. Onanismo puro les respondo. 
¿Qué ocurre? ¿Ahora no vale de nada el clamor popular y sí valía entonces? ¿Sí valía porque le venía bien a los tigres y mal a los leones, y ahora como le viene mal a los trigres no puede valerle a los leones? Ahora no y antes sí; se manipula siempre o nunca, o solo cuando interesa. ¿Qué tiene más valor lo que dicen las urnas o lo que se dice en la calle? ¿Aquella vez fue lo que se dijo en la calle y ahora lo que se diga en las urnas? Cuando toca dar puñaladas están contentos pero ponen cara de sufrientes cuando toca recibirlas.
¡Qué desgracia de clase política tenemos!