24 de enero de 2009

UN ÓRDAGO QUE NO ES JUSTO

Estoy perplejo por lo ocurrido estos días. Los jueces, ¡sí vaya¡, los señores jueces amenazan a todo el país con una huelga.Este hecho es de una gravedad insólita, de los más graves que ha vivido esta sociedad. Cuando todavía está caliente el asunto de la sanción al Juez Tirado, nos salen ahora con este órdago a toda la sociedad.
El caso antes citado podría pasar por una broma macabra sino fuera porque la pobre niña está muerta. Por la incompetencia de su Señoría, un individuo pederasta que tendría que estar cumpliendo condena, queda libre para ultrajar a esa pobre criaturita. Sólo le ponen una multa de 1500E. Seguro que su Señoría no es tan magnánimo con los acusados que tienen que presentarse ante él en su sala.
La opinión pública y toda la clase política no pidieron un escarmiento sino justicia; y el Poder Judicial sólo interpretó que justicia eran mil quinientos de calderilla para usía. Esto es de una gravedad intolerable. Ellos, los jueces, los que juraron solemnemente defender la legalidad, o sea el reino de las razones, han usado cualquier parte de su organismo antes que esa. Esto es simple y llanamente un ataque de cojones, un capricho orgulloso de unos prepotentes. Pero claro, nadie como ellos para envolverlo todo con una montaña de palabras técnicas, un galimatías abstruso sólo audible para su corte de mandarines.
Hasta el más sucio de los mendigos pasa por ser un dandi si lo afeitas, lo pelas y le pones un traje caro. Los jueces españoles que tienen que impartirnos justicia a todos han demostrado la catadura moral de la peor y más depravada meretriz sucia y rastrera.
Y ahora claman por sus derechos y amenazan con ir a la huelga. Los mismos señores/as que han consentido durante años el grave deterioro de la Justicia. Los que han obviado profundamente que sus Jugados se convertían en cochiqueras. Los que bajaron los brazos cuando fueron invadidos, y sin rechistar, por una desidia y una falta de profesionalidad que transformó el sistema en un artefacto lento y sin contundencia. Los que han permitido la politización y partidización de su órgano rector; y que han puesto en tela de juicio, con muchas de sus sentencias, la credibilidad de la justicia. Estos ahora, a la tremenda, quieren arreglarlo con un sorpasso a toda la sociedad. ¡Vaya¡ es que son jueces no unos simples mecanógrafos. Si tiene cuentas pendientes con los políticos que lo areglen entre ellos, pero que no hagan rehenes.
Este suceso nos tiene que hacer reflexionar sobre el fondo de la cuestión. Si hasta esto falla, en qué clase de sociedad nos estamos convirtiendo. Si los jueces, esos prohombres a los que considerábamos racionales e inteligentes, de buena familia y formación, civilizados y centrados, con un nivel de responsabilidad y de acción directa sobre la realidad de la vida como pocas personas tiene hoy en día; si éstos, repito, ya no son un referente de dignidad y de sentido, de coherencia y responsabilidad, ¿cuántos peldaños nos quedan ya para bajar hasta las cloacas de la existencia? [14-1]

No hay comentarios:

Publicar un comentario