5 de febrero de 2009

El Tirachinas

Hasta hace poco había una línea que ensartaba necesariamente a la ideología y los partidos políticos con la acción política, en un triángulo en el que todos los lados y todos los ángulos eran igualmente importantes e imprescindibles. Actualmente esto ya no es así.
Ahora la primacía pertenece a los partidos políticos y la ideología es un pequeño apéndice en viás de extinción. Es un mero convidado de piedra. La gestión de los partidos en los diferentes gobiernos es casi idéntica ya que la Macroeconomía y las Multinacionales del Mercado (por cierto éstas no son estructuras democráticas pero que, sin embargo, tienen una influencia decisiva sobre los estados democráticos)marcan el ritmo, y sobre éste hay pocas variaciones. A lo sumo matices pintorescos. La ideología sirve en el mejor de los casos como vetusta vitrina de trofeos pretéritos. O una especie de dignidad o santidad chamánica que les legitima para hacer ciertas cosas. O un pedigrí que dice al que mira: 'este perro, aunque parezca un vil chucho callejero zarrapastroso, es un noble can de rancio abolengo'.
Los partidos políticos son un grupo de personas que se asocian a otros grupos de personas con el único fin de defender sus intereses propios y luego medrar hasta donde puedan. Lo fundamental es esto, y la razón de porqué funciona, es su simplicidad. Es tan simple como un tirachinas. Luego, para justificarse ante la ciudadanía, lo aderezan apelando al anteriormente citado pedigrí, y para los postres nos terminan diciendo que son ellos los que hacen las cosas bien y que con los otros la cosa sería catastrófica, porque son peores, más malos, su pedigrí está manchado.
Al nacer de la simplicidad, al ser lo simple lo que los mantiene vivos, tienden a simplificar todo aquello que pasa por sus manos, aunque sean temas de gran importancia. Lo alarmante llega cuando para mantener viva esa simplicidad ponen en marcha complejas maquinaciones. Verbigracia, la razón estratégica y todo su arsenal de guerra: mercadotecnia, herramientas de demoscopia, asesorías de imagen, manipulación de masas, medios de comunicación afines y estrellas mediáticas defensoras, opinólos y tertulianos, etc. Consiguen que seamos los demás y entre nosotros, en la calle, en las plazas, en internet, los que nos peleemos por lo que hacen ellos.
Lo que me da miedo a mi de estos momentos duros son ellos, los políticos y los partidos políticos, sus miserias, sus planes electorales a corto plazo, bien para no perder la poltrona o bien para pillarla de nuevo, siempre mirando de reojo que la aritmética electoral no los mande al infierno un domingo de madrugada.
Estamos atravesando por graves problemas, pero los partidos políticos deberían de cambiar el enfoque. No sólo el de apoyarse y ayudarse, y juntos a toda la ciudadanía que los necesita. Sino un cambio radical de modus operandi y de conciencia. Aceptar la complejidad de la vida del hombre en sociedad, convertirse en una complejidad que comprenda lo complejo para luego ser capaz de dar respuestas, sin maquinaciones, simples y cercanas al individuo.

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