25 de julio de 2009

Como almas gemelas, en este cosmos infinito, la maldad y la estupidez transitan la una junta a la otra. La fuerza que las mantiene unida no es otra cosa que la molicie, la pasividad, el ánimo corto y perezoso, ese que siempre rehuye esfuerzos y sólo ansía ampararse en lo fácil y cómodo.

La ausencia de sacrificio, la carencia voluntaria de conocimiento y formación y el firme propósito de hacer daño a conciencia es el espíritu trinitario que anida en la mente y el pensamiento de muchos individuos.

Es el Mal, simple y llanamente. Que existe, que habita entre nosotros, que trata de ponernos en su lista. Sin buscar eufemismos, ni tecnicismos que lo maquillen, o traten de ocultárnoslo. No hace falta apelar a entidades fantasmagóricas más o menos estructuradas. Tras los subterfugios se nos desvela la verdad de su existencia.

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