23 de junio de 2011

Trabajar con la vida y con la muerte, también con la salud y la enfermedad es mucho más fácil que jugar a decidir sobre la verdad y la mentira de las cosas o sobre lo bueno y lo malo de las personas. En el primer caso, y no digo más, la línea que los separa es tan claro y evidente, que sólo hay que actuar pensando en lo que te enseñaron para hacer las cosas bien hechas. En lo otro, todos son vueltas y requiebros atestados de dimes y diretes. 

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