24 de febrero de 2014

El ventilador

Una de las cosas que ha traído la crisis es lo que llamo 'el ventilador'. Es un daño colateral, más bien, que la empeora a la vez que la soluciona. Una coincidentia oppositorum de las buenas. 
Los trapos sucios han existido siempre. Lo mismo decimos de la corrupción, la prevaricación y el cohecho. No han caído del cielo en los últimos años. Dudo mucho que ninguna sociedad política y cultural de la Humanidad, a lo largo de la historia, no haya sido corrupta. Pero me ciño a lo nuestro. Durante mucho tiempo, en esa época de vacas gordas que ha durado décadas, los acontecimientos podían ocultarse, o callarse, o quedarse en un relato a medias, o agazapada en alguna esquina incluso, en algunos casos se llegaba hasta cambiarlos descaradamente. Incluso algunos casos no se publicitaban por temor a las consecuencias. No era una cuestión de responsabilidad ni mucho menos, era inoportuno o peligroso desvelar las tropelías. Había una especie de entente o de omertá en la que muchos callaban las miserias del contrario si éste callaba las suyas. Además estaba el miedo, las represalias y demás. Si no callabas o ibas a la calle, o al exilio, o perdías tu puesto, tu trabajo, o alguien llegaba por detrás y te desacreditaba, cuando no te mandaba al fondo del océano. No olvidemos que también se ocultaban las cosas por conveniencias: mucha gente sacaba más rédito de la mentira que de la verdad. Muchos han subido en el escalafón de los partidos, de la Judicatura, de la prensa siendo fiel y silencioso. ¿Dónde estaban los jueces y los fiscales en esos tiempos, y la prensa, dónde la opinión pública indignada?
¿Qué ha ocurrido? La crisis se ha llevado por delante el dinero que manaba a espuertas y que llegaba a muchos bolsillos. Ahora hay que competir por el poco dinero que queda y eso significa que hay que eliminar al mayor número de adversarios posibles. [Ponemos el ventilador]La crisis se ha llevado por delante el miedo que antes amordazaba a más de uno y de dos. Ahora hay kamikazes por doquier dispuestos a inmolarse si con eso se lleva por delante a más de uno. [Ponemos el ventilador] 
La crisis ha agigantado el fenómeno Internet y las redes sociales. Es la avalancha: tal cantidad de datos, de información, de opinión, de videos, de portales, de expertos, que es casi imposible filtrar la aguja de la paja. Hay mucha gente cabreada con ganas de desahogarse y de irse por los cerros de Úbeda. [Ponemos el ventilador] 
Los jueces mismos, también cabreados, como todos los trabajadores públicos, por los duros recortes comenzaron a abrir cajones y estanterías que antes tenían cerradas u olvidadas. Antes, o tenían miedo, o preferían callarse para no perder el favor del jefe político de turno que bien podría ascenderlo. Ahora, con la nómina más escueta han perdido el miedo y empiezan, por fin, a meter mano a la corrupción. [Ponemos el ventilador] 
Y la prensa amiga de unos y otros, que sigue siéndolo, pero con unos boquetes descomunales en sus cuentas. Ahora lo que vende es esta orgía tremenda, cual película de George A. Romero, de corrupciones. Es la nueva gasolina social, el cabreo y la indignación. Recuerden a Groucho Marx en aquel tren del lejano oeste, ¡más madera! Hay que darle combustible a la ciudadanía para que arda hasta sus más profundos cimientos en cabreo e indignación. El otro día fue lo de Granados, para el fin de semana hay que esperar un contraataque, de quien sea. [Efectivamente, ponemos el ventilador] 
Ponemos el ventilador, que saca todo el hedor, la porquería y las heces de nuestra sociedad. Una guerra de todos contra todos, de cornadas de indignación y cabreo, de ajuste de cuentas a navajazo limpio, donde nadie mide las consecuencias ni las cosas beneficiosas que se está llevando el fuego por delante. No estoy diciendo que no vayamos por esta senda; estoy diciendo que como precisamente hay que ir por esta senda, que Dios nos coja confesados cuando ardamos todos y que luego no venga nadie a lamentarse. Esto siempre ha sido una cuestión de venganza, no de justicia.
Y dijo Nerón, ¡qué arda Roma hasta sus cimientos! Y le dijeron: ¡qué estás haciendo, oh César! Y respondió: ¡Estoy creando un mundo nuevo, más limpio y puro, más auténtico, sin mácula! Y volvieron a decirle: ¡Cuando todo arda y perezca en el fuego y no quede nada que siquiera pueda resurgir de las cenizas, qué mundo será ese! Y Nerón sentenció: ¡Ese será el auténtico nuevo mundo, mi legado para la posteridad!

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