24 de septiembre de 2015

El Drama

3.

El hombre no es una cosa, es una narración dramática. La palabra griega δράμα significa 'hacer', también 'actuar'. El individuo es el que hace las cosas. Un ser que actúa en la realidad; y que actúa sobre el mundo.
Tanto si el mundo fue creación divina o si es el fruto del azar, la evolución y las leyes físicas, el ser humano -con la cultura, la civilización, el mito, la ciencia/técnica, la política, la religión- rehace la realidad.
La configuración orgánica no desaparece, es reconfigurada a imagen y semejanza del hombre -mezclando la crueldad titánica con la misericordia más sublime. La realidad natural, amorfa y peligrosa para la integridad corporal, ha de ser contenida y situada en categorías humanas. Hay ahí una especie de desviación del orden natural, al humanizar el hombre el mundo real. Puedo decir, entonces, que el ser humano es un ser desviado y descentrado que proyecta su propio horizonte. Y necesita un cobijo seguro que lo proteja del centro natural que lo llama constantemente. 
Y, últimamente, necesita también protección frente a la humanidad creada por él mismo. El hombre crea la humanidad para poder vivir en la realidad mundana; pero ahora, esta misma humanidad termina por ponerle en un brete. 
Y es que la contradicción se apodera de la realidad que vivimos: lo mismo que nos permite existir -y sobrevivir durante mucho tiempo- es lo que nos corroe y disuelve.
Ahí está el drama de la vida, cambiamos lo que nos conmueve y afecta y terminamos construyendo algo tan dramático que igualmente nos afecta y conmueve.

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