14 de diciembre de 2015

Contravoto


Por si les sirve de ayuda, y el partido (o partidos) que acceda al Gobierno de la nación le da por hacer cambios significativos en la Ley Electoral, les dejo una propuesta para su valoración.

Las leyes han de ajustarse al tiempo en el que se sancionan. Tienen que ajustarse a las necesidades de la ciudadanía y, además, ser fiel reflejo de ese imaginario colectivo.

Por esta razón, la forma en la que votamos tendría que cambiar. Varias razones para ello. Un número altísimo de indecisos [No sabes a quién o qué votar]. Alto índice de abstención [Esa gente que no va a votar porque no le gusta nadie o está hasta las narices de todos y cada uno de ellos. Pero si pudiera votar al que más odia, seguro que saldría]. El voto vergonzante se dispara [Ese voto que emites pero sin decírselo a nadie, que lo mantienes oculto, o incluso lo niegas si sale la conversación]. El voto en blanco no para de crecer [Esa gente -entre ellos, yo mismo- que no comulga ni con las ideologías expuestas, ni con los programas propuestos, ni con los políticos que las gestionan, pero que piensan en el deber cívico. Si pudieran contravotar, más de uno dejaba de hacerlo en blanco]. Las fobias aumentan y no parece haber nada que las pare [El odio, la animadversión profunda y la ira vuelven a estar de moda. Es hora de vomitar en las redes todo el odio que llevas dentro. Se trata de insultar al contrincante, no de exponer tu programa político]. Se da la pésima combinación de muy malos perdedores [Los que sienten que han perdido se dedican a insultar a los que votaron al partido ganador], con muy malos vencedores [Aquí nadie cumple el programa electoral]. Todo el mundo dice que quiere acabar con la corrupción [Pero es una de esas mentiras gordas que nos autoimponemos para soslayar la mala conciencia. Claro, lo mío ni lo toques. Esta sociedad nunca ha sido -ni será- un monasterio de sabios budistas]. A pesar de los datos sobre niveles educativos y culturales, cada español lleva un presidente en su interior [Y un seleccionador nacional, por supuesto. En ningún sitio del mundo hay tantos cuñados expertos en política y en economía. Espero que algún día exista el mismo número de expertos en arte renacentista. El cambio sería tremendo]. 

Ergo:
Por cosas como éstas -y algunas más que me dejo en el tintero por no aburrir al personal, ni quitarle su preciado tiempo en decidir a quién vota- propongo el contravoto.

Se trata de votar no a quién sí quieres como Presidente, sino al que no quieres, al que te da más asco, te gusta menos, le tienes más odio o te cae como un grano en el culo. En una segunda vuelta, con los dos candidatos con menos haters se volvería a contravotar. Y tendríamos como Presidente al tipo al que menos gente del país querría verlo con derrame cerebral o alguna otra salvajada propia de este civilizado pueblo. El contravoto sí que sería, actualmente, la auténtica fiesta de la democracia.



Que usted lo vote bien el domingo....






No hay comentarios:

Publicar un comentario