5 de marzo de 2016

Dialogar, para llegar a acuerdos, en un charco de mierda.

52.

El encanallamiento ya llegó a todos sitios. Era una cosa que empezó hace años. Comenzó en las columnas de los periódicos, también en los editoriales. Pasó a las tertulias de radio y televisión. Pasó a los dibujantes, a los viñetistas y humoristas gráficos. Pasó a los programas de debate nocturno. No quedó un lugar donde unos y otros se tiraran la mierda a puñaos. Luego llegó internet, y las redes sociales. Y la cosa se amplificó con el arte del meme embarrado en mierda. Pero, mientras tanto, detrás de todo esto, hay una sociedad que se ha ido encanallando. Y también, mucha tierra quemada. Esta semana ha sido tremenda, se han repartido estopa, han dinamitado un montón de puentes, se han tirado montones de mierda a la cara. Han hecho explícita una coyuntura que latía implícita en el día a día de la calle y de las redes sociales, sobre todo esta última.

Dice Byung-Chul Han -filósofo coreano-alemán- que el 'shitstorm' (tormenta de mierda, literalmente) es una categoría fundamental de la era digital en la que vivimos.
Los políticos no vienen de Marte, ni la mierda que se reparten sale de un zoo. Todo parte del mismo sitio. Ellos no son un todo independiente de otro todo que el cuerpo social. Son una parte del todo. Pero es más fácil ver en ellos toda una panoplia de defectos que no aceptamos en nosotros mismos. Como sea.... Ahora estas disquisiciones bien que pueden entrar en el bote de las cosas superfluas.
El problema es que este encanallamiento es tan poderoso que impide el pragmatismo necesario para salir del atolladero en el que estamos. Todo el mundo dice que es hora de hablar, de dialogar, de llegar a acuerdos. Todo el mundo miente, como bellacos. Lo que todo el mundo está diciendo es hazme a caso a mi, haz lo que yo te diga, que yo no me muevo.  Vota tú a mi partido que yo no votaré al tuyo. Negocia conmigo pero haciendo lo que yo diga que si no, no hay pacto. Nadie quiere ceder. Nadie acepta a otro como interlocutor. Esto es muy nuestro, llamar diálogo al asunto si el otro partido hace lo que digo. ¿Y quién quiere negociar, solo viendo la cantidad de insultos y mierda que han recibido de los otros? El orgullo, la cabezonería, el amor propio son tan nefastos en el aspecto personal como en el político. Gadamer -otro filósofo alemán-alemán- siempre decía que es posible que el otro tenga más razón que yo, y que por eso hay que estar abiertos al diálogo. ¡Que iluso, verdad!

No hay comentarios:

Publicar un comentario