1 de febrero de 2011

Ojito con abrir la caja de Pandora

   Prometeo se aburría como una ostra allá en el Olimpo de los griegos; y tuvo la feliz idea de robarle al gran Zeus el fuego divino, fabricado por Hefesto, el cojo de los infiernos volcánicos. El maldito Prometeo, no tuvo otra cosa que hacer que regalar el fuego a los seres humanos y con él, la capacidad de trabajar los metales. Zeus, que pilló un cabreo importante, parió en su mente truculenta un plan de castigo. Desde entonces sabemos que en la mente de los dioses hay mucha truculencia y mucha jodienda para con lo humano. Sigo... El gran Zeus decidió regalar a Epimeteo, hermanito de Prometeo, una esposa; porque resulta que por aquel entonces no había mujeres en la creación, ¡fíjate! que mundo, para no aburrirse el Prometeo. Este, que de tonto no tenía un pelo, seguro que tenía el carnet del partido, y que conocía como se las gasta las barbas de Zeus, le dijo a su hermano que tuviera cuidado con la moza. Epimeteo que estaba obnubilado con los encantos de la chica (iba a usar otro verbo más cañero, pero estamos en horario escolar y está feo decir guarradas), Pandora le pusieron por nombre, no hizo caso a su hermano. Durante la fabricación de la mujer, los otros dioses fueron introduciendo en la misma grandes dones, la dotaron de belleza, de gracia, inteligencia, etc.; pero hete aquí que otro buen pájaro, el tal Hermes, le añadió la curiosidad y una miaja de mal fario a la chica, lo cual, al fin y a la postre, es el meollo de todo el rollo mitológico que estoy soltando sin anestesia.
Epimeteo, que era un chaval más bien bruto al que le gustaban los animalillos del campo, tenía un cofre lleno de cosas bonitas, igual que las supernenas. Allí, el gachó tenía escondido todos los males que podían azotar a la humanidad. Dicen algunas fuentes que también los sacaron por lo bajini del Olimpo. ¡Menuda familia! En el fondo eran güena gente porque querían ayudar a los seres humanos que estaban recién salidos del éter y todavía andaban en taparrabos y chanclas por las cuevas. El nota le dijo a la señorita atractiva (¿y si la Pajín y la Aído se cabrean conmigo por lenguaje sexista?... me acojono), que cogiera de la finca lo que quisiera, pero que el cofre no lo abriera por dios. ¿Y que hizo la señora? ¡Pues coger la caja... con dos ovarios! De allí salieron todo tipo de tempestades y penurias que desde entonces azotan a los pellejudos, ahora ya vamos con smartphones y montados en Audi (el que pueda claro, yo a mi Citroen Picasso me lo como a besos para que me dure).
   Moraleja, porque los mitos griegos son muy apañados y de ellos se aprende un montón, siempre se pueden sacar de ellos algunas enseñanzas. Como decía... moraleja: ¡pa´que están los bancos y las cajas fuertes pisha! Y otra: ¡Mi niña...esas manitas quietas por favor!

Esta batallita del abuelo viene al pelo para ilustrar todo lo que está ocurriendo en el orbe arabeislámico. Todos podemos estar de acuerdo en la baja calidad democrática de muchos regímenes y que algún cambio a mejor tendría que producirse, bien para ellos y nuestra seguridad en Occidente. Pero en este tipo de países, sin educación ni formación de la ciudadanía, sin tradición racional ni de pensamiento crítico ni imaginario político democrático, pasando hambrunas tremendas, y con el fundamentalismo islamista latiendo con cada vez más fuerza en las calles, lo que está pasando es como abrir una caja de Pandora. No sabemos si lo que va a salir es que el Islam se vuelva democrático o que el Islam se incendie por el fanatismo y termine por quemarnos a todos. Así que ojito, ojito con lo que vaya pasando. Y yo, que soy de los que piensa que en geopolítica de alta magnitud no hay nada que quede al azar o al infortunio, me temo que detrás de esto hay una mano oculta, o varias, que están empujando a ver que pasa. Estaría bien poder preguntarle a uno de la CIA o del Mossad, también a uno del Vevak [Para el que no lo sepa es el Servicio de Inteligencia de Irán] o del Istakhbarat [Para el que no lo sepa es el Servicio de Inteligencia de Arabia Saudí]. 

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