17 de octubre de 2015

Odiando que es gerundio

11.

Por entre la maleza inconmensurable y claustrofóbica de la red va surgiendo, con pujanza incontenible, una nueva categoría que se está afianzando con fuerza en el imaginario colectivo.
El 'Hater' (del inglés hate, odio).
El hater no nace en internet, es allí donde se ha hecho grande, donde ha tomado dimensión global. El 'hater' sale de la misma calle y de la misma plaza de la que salimos los demás, del mismo sitio de donde salen los políticos corruptos, del mismo lugar donde viven las buenas gentes. Y una vez que se agiganta en el panóptico digital vuelve a la cotidianidad de la calle a influenciar a los viandantes del día a día. Vamos, un clásico ejemplo de retroalimentación. 
Miren lo que dice Google:

157 millones de entradas relacionadas con 'haters'. No tengo twitter, pero puedo imaginar al hater campando a sus anchas en su reino.
El odio, el desprecio, la difamación, la crispación, la aversión, la hostilidad, el escrache, la crítica destructiva, la repulsa sin control, la franca animadversión, el ensañamiento sin límites, han llegado para quedarse. En las dos realidades, la digital y la del cemento y el hormigón. Realmente siempre estaban ahí, en equilibrio con sus contrarios más positivos y asertivos. Ahora la balanza no está equilibrada.
El hater, utiliza como coartada, para desfogar el odio que lo consume, las ideas políticas, las protestas sociales y demás. Tratando de dar gato por liebre realmente consigue convencer a los que son como él mismo. Ahí está su éxito, en la hermandad mancomunada, en la fuerza de los unidos. Odiar en grupo, aborrecer en rebaño.


PD: Felipe González no ha sido nunca santo de mi devoción, pero tenía todo el derecho del mundo a hablar, y exponer sus opiniones e ideas. 

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