16 de agosto de 2009

No hay monedas con dos caras (y III)

Y es que una situación como esa no es sencilla de sobrellevar. Y como cada uno de nosotros tiene su idiosincrasia particular, cada uno lo afronta a su manera. A nivel psicológico y emocional, nos encontramos con un abanico casi infinito de posibilidades. Pero realmente se encuentran cada vez menos casos de entereza y humanidad ante lo acontecido. Cada vez más surgen las racionalizaciones que lo que hacen es ocultar el egoísmo, y el asco ante lo que se viene encima. Hay gente que no quiere aceptar bajo ningún concepto el problema que se le viene encima.

Si sumamos a todos los que viven por encima de un segundo, a los que viven en calles estrechas, a los que viven en casa pequeñas o en casa de tres pisos, o a los que viven en bloques sin ascensor, o con uno muy pequeñito, a los que tiene esposas melindrosas, a los que tiene esposos delicados, a las que tiene problemas de cervicales, a los que tienen problemas de lumbares, a los que no tiene tiempo porque todos trabajan, a los que tiene niños pequeños o perritos o gatitos muy graciosos, a los que tienen hijos en la Universidad, a los que no saben qué hacer con esos sencillos tubos de colores por que los ven como complicadas piezas de ingeniería, a los que el simple mal olor les marea, a los que no quieren hacer pasa a sus hijos por semejante trauma, y un largo larguísimo etcétera, obtenemos el gran problema que tenemos hoy en día, que lejos de menguar, crece exponencialmente. Todos estos subterfugios son mentiras y racionalizaciones que tratan de ocultar la verdad y así, escurrir el bulto y la responsabilidad que nos compete. Porque la mentira, comienza con uno mismo. Las personas comenzamos mintiéndonos a nosotros mismos y luego a todo lo que nos rodea.

El pensamiento leve siquiera de la repugnancia de olores y texturas insanas y feas, profanando nuestro salón y nuestro flamante Plasma último modelo, es insoportable para cada vez más personas. El pensamiento leve siquiera de no poder salir y entrar a la hora que se quiera, profanando así nuestra vida social, es insoportable para cada vez más personas. El pensamiento leve siquiera de la limitación del presupuesto familiar, por el dineral que cuesta una situación como ésta, es insoportable para cada vez más personas. El pensamiento leve siquiera de que en momentos como esos la gente descubre la soledad y la hipocresía de los conocidos, y sobre todo de tu propia familia. Que éstas son las situaciones que destrozan matrimonios, las relaciones con los hijos y destruyen los que creías que eran firmes lazos familiares con tus hermanos y hermanas, es insoportable para cada vez más personas.

Porque todo eso es cierto. El insoportable hedor que conquistará todas las habitaciones de tu casa. Las tremendas discusiones que comenzarán entre los miembros de la familia y que cada vez se harán más y más grandes, debido a la tensión del ambiente; y sobre todo por el ya tristemente famoso 'esta vez te tocaba a ti y no a mi'. Todo eso es cierto y muchas cosas más, que prefiero ni escribirlas, te hacen vivir una situación que seguramente no desearías ni para el peor de tus enemigos. Mientras piensas en el mal olor de las heces o en las feas llagas de la espalda o en que tu señora esposa es muy delicada para tanta porquería, olvidas que ese viejo que tanto te está jodiendo el presente fue un día el padre que te dio de comer de lo suyo, y la madre que con tanto esfuerzo te puso donde estás ahora.

Y para el final dejo al dinero. Qué sería de nuestro viejo mundo si no existiera. Todo esto ocurre por las cabezas y las vidas de los que no manejan una cierta cantidad de dinero. En esta época en la que vivimos todo se puede comprar y vender, también la tranquilidad de conciencia. Por eso los que manejan mucho no tienen problemas como estos, pagan para que alguien se los solucione.

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